El 26 de Junio de 2002, las fuerzas del Estado cometieron dos asesinatos y dejaron un tendal de más de treinta personas heridas, en una jornada de manifestación popular reprimida en el Puente Pueyrredón y la zona lindante, en Avellaneda.

La Argentina atravesaba una de sus peores crisis económicas y sociales, con índices de pobreza y desocupación que alcanzaban a gran parte de la población, sumida en condiciones de vida que se deterioraban aceleradamente, sobre todo a partir del año 2001 y el estallido de una forma de acumulación que llegaba a su eclosión no sin dejar profundas y duraderas consecuencias.


Lo que se expresaba en ese Puente Pueyrredón lleno de manifestantes organizados/as en movimientos de desocupados/as, territoriales, y piqueteros, era la puesta en la escena pública y política de un amplio sector de la sociedad que reclamaba el acceso a medios de vida, perdida su inscripción en las formas de actividad y reproducción que son la base del capitalismo: la actividad económica, el intercambio mercantil, el trabajo.

Cuando un sistema basado en el mercado y el lucro privado se enfrenta con una creciente parte de la población negada a la satisfacción de sus necesidades más elementales, emerge la cara más cruda de la cuestión social. Que no es ni más ni menos que el conjunto de consecuencias sociales de la acumulación capitalista, y la forma en que se desarrolla el conflicto social en cada momento histórico: la construcción de actores colectivos, los movimientos, las organizaciones políticas, la respuesta institucionalizada estatal. Esa respuesta muchas veces, como aquel 26 de junio, es la represión.

Recordar otro aniversario de los asesinatos de Darío y Maxi nos interpela desde varios aspectos, incluidos los que hacen a nuestra identidad profesional.

En doce años han pasado muchas cosas. Entre el consenso y la coerción, la respuesta estatal y las expresiones de gobierno cambian. Entre ellas, los dispositivos, las políticas, las respuestas institucionales del Estado. Allí es donde aparecemos como colectivo profesional, interviniendo, trabajando, desarrollando acciones insertos/as laboral y profesionalmente en las instituciones públicas o de acción pública. Junto a la población que reproduce sus condiciones de vida entre la necesidad y el conflicto.

Levantamos nuestro repudio a la represión, y recordamos a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki.

Seguimos pidiendo justicia, entendiendo que los responsables son muchos más que quienes apretaron el gatillo de los disparos que llegaron a Darío y Maxi; entendiendo que hay responsables políticos, todavía impunes.

Reclamamos que no sea la represión la forma en que se dirime y enfrenta el conflicto social. Ayer fue en el Puente Pueyrredón. Hoy pensamos en el gatillo fácil, los presos y procesados por acciones vinculadas a la protesta social, como los trabajadores condenados en Las Heras, y numerosos/as referentes y militantes sociales.

Invitamos a avanzar como colectivo profesional en posiciones basadas en laampliación y garantía de derechos, la defensa de los derechos humanos, y la lucha por políticas sociales con recursos y dispositivos acordes a las necesidades de la población.

Difundimos las actividades que se desarrollarán este 26/06:

http://anred.org/spip.php?article7975